lunes, 15 de octubre de 2007

Tarantino vs...

La noche del viernes, cuando finalmente se durmió la niña, necesitábamos ver una buena película. No éramos adictos con mono, simplemente se trataba de una maniobra de escapismo, como dice la canción de LOL. Así que tiramos de ese gran invento que ocupa poco espacio en el salón y que contiene 80GB de disco duro para grabar películas.

Empezamos con "El próximo año, a la misma hora", una comedia de Alan Alda y Ellen Burstyn, dirigida por Robert Mulligan. Aguantamos poco más de 15 minutos, por aburrida y muy poco interesante. Probamos entonces con "Esposa para dos", una comedia de Sandra Dee y Bobby Darin. Cursi, simplona, de diálogos bobos y con una trama menos interesante que la película anterior, bajamos el listón a los 10 minutos.

Entonces recuperé una de las películas favoritas de 33-rpm, "Jó, qué noche", uno de aquellos ejemplos que pone en entredicho el criterio de quienes traducen el título de las películas (el original es "Afterhours"). Catalogada como una comedia, es una película sórdida y claustrofóbica de Martin Scorsese. Cuenta con un reparto de secundarios espectacular, todos ellos personajes perdedores y perdidos, que no es lo mismo, muy bien construidos. Todos ellos tienen interés, podríamos hablar durante horas sobre la historia de cada uno. La película tiene mérito, aunque no deja de ser una obra menor, casi un corto de 90 minutos o un cuento más de la Nueva York de Paul Auster.

Pero "Afterhours" no es la protagonista de este post. Cuando acabamos de verla, mientras comentábamos la película pinchamos BTV: Four Rooms, ese ejercicio que supuso juntar a cuatro directores para que contaran su historia en un mismo hotel. Charlando vimos a medias el tercer capítulo, de Antonio Banderas. Luego llegó Tarantino...

Fue lo mejor de la noche. Ni Alan Alda, ni Bobby Darin, ni siquiera un largo de Scorsese pudieron con una historia de 10 minutos de Tarantino, a pesar de que era la cuarta o quinta vez que veía Four Rooms. Y no destaco tanto el fondo como la forma. El contenido te puede gustar más o menos, es el Tarantino de siempre (confieso que no he visto sus Kill Bill todavía), pero la introducción de los personajes es una absoluta obra maestra. Durante cinco minutos, aproximadamente, usa una única cámara, sin cortes, como en una obra de teatro, y se mueve en una suite del hotel, entre tres ricachones borrachos, la novia de uno de ellos y un botones pasado de vueltas.

Insisto en que la historia no tiene importancia. Vale la pena (casi debería ser una obligación para todo aficionado al cine), atender a los movimientos de la cámara en esta larga secuencia. De una simplicidad mayúscula, consigue crear una atmósfera inquietante, una descripción perfecta de todos los personajes, con apenas un par de pinceladas, un gesto, una mirada que la cámara capta por supuesta casualidad, en un ejercicio de falsa espontaneidad, que demuestra el cálculo soberbio de Tarantino, su cuidado por los detalles y su trabajo impecable como director.

Sin duda, una victoria por goleada. 33-rpm, te reto a que revises tu "Afterhours" y la compares con la habitación de Tarantino. Mientras a Scorsese le sobra metraje, a Tarantino le sobra talento para conseguir el KO en 10 minutos.


*Imágenes: cartel de "El próximo año, a la misma hora"; Sandra Dee y Bobby Darin, además de protagonizar la insufrible "Esposa para dos", fueron marido y mujer en la vida real; cartel de "Afterhours"; cartel de "Four Rooms"

No hay comentarios: